Los datos abiertos. La democratización de la información
Estamos rodeados de información. En cualquier película donde se enfrentan o colaboran varias generaciones de seres humanos casi siempre hay una que exclama “¡¡¡Demasiada información!!!”. Aunque esto hecho se repita constantemente en la ficción y en la vida real, es totalmente verídico. Demasiada información en nuestro alrededor.
Cuando la información trasciende al ocio y se convierte en una herramienta para la participación ciudadana, la cooperación y se pretende enfocar hacia el intraemprendimiento o la innovación social, los datos deben de tener una serie de características para que puedan ser utilizados con todas sus garantías, evitando inconsistencias, falsedades y orígenes desconocidos. Al ser una potencial herramienta de larguísimo alcance debemos estar seguros de que la veracidad no comprometa su utilidad y debe de presentar una serie de características fundamentales:
Para definirlos, es una forma de pensar y una actitud que se centrar en que determinados datos estén disponibles para todo el mundo de forma totalmente libre, sin copyright ni mecanismos de control. Para empezar los datos abiertos no tienen ninguna restricción de uso, sin patentes, ni derechos de autor ni limitaciones en un su reutilización. No pertenecen a nadie y pertenecen a todos.
Necesaria implicación ciudadana. Los ciudadanos “prosumidores”, que consumimos, vivimos y trabajamos en la ciudad, donde prácticamente centramos todas nuestras relaciones, hemos de conocer nuestro papel y nuestra implicación demandando y explotando todos esos datos abiertos para contribuir al ecosistema de la ciudad por ser nosotros sus únicos beneficiarios porque en la ciudad lo somos todo: habitantes, trabajadores públicos y privados, autónomos, pequeños y grandes empresarios, cuidadores, etc.
Los datos han publicarse en formatos que sean abiertos y constituyan un estándar para asegurar su más que posible reutilización. Deben publicarse en bruto, lo que contribuye a su reutilización al no estar condicionados por manipulación alguna.
Los catálogos de datos han de tener una estructura consistente para asegurar su orden, su accesibilidad y las mayores posibilidades de gestión posible. Esto propicia poder clasificarlos y crea relaciones entre los mismos.
Los datos han de estar contenidos en entornos amigables (como páginas web y aplicaciones) que doten a los repositorios públicos de facilidad para identificar la información que se busca con lenguaje sencillo, comprensible y englobado dentro de un conjunto de datos similares que amplíe las posibilidades de reutilización.
Coordinación entre organismos públicos y semipúblicos y ciudadanía para centrar los esfuerzos c en publicar datos veraces, interesantes y series de datos históricos lo más largas posibles.
Actualización, control y revisión constante por parte de las instituciones, reforzando la idea de crear una cultura de la información y de acceso al el conocimiento basada en la calidad de los datos. La búsqueda de información suele tener como resultado, la demanda de más información, es un proceso natural. Un de las consecuencias más beneficiosas es contar con que los ciudadanos pueden solicitar que se publique información con una doble vertiente: Ampliar el catálogo de datos y favorecer la implicación ciudadana en la gobernanza no solo a escala urbana, sino más allá.
El papel de las instituciones públicas es vital para que el concepto de datos abiertos evolucione hacia una cultura universal de la información accesible.